Alta, delgada, de alguna forma frágil, y derrochando inocencia se presentó Yulimar Rojas a sus primeros Juegos Olímpicos, en Río 2016, se colgó la medalla de plata y prometió convertirse en un referente del atletismo mundial. Siete años han transcurrido desde entonces y aquella niña ahora es campeona olímpica, no tiene competencia en su disciplina y está lista para asumir nuevos retos de cara a París 2024.
Todo está servido para que esa muchachita, que recuerda vivir en un “ranchito” que temblaba con la lluvia, se convierta en la primera atleta venezolana con dos oros olímpicos. Pero ella, amante de los grandes retos, ha comenzado a soñar con la posibilidad de doblar en la capital francesa. Sí, doblar.
La venezolana volvió este viernes a la Liga Diamante, está vez para reencontrarse con la prueba de salto largo, con la que fue campeona en el Suramericano U23 de Montevideo 2014, pero que había dejado en un segundo plano ante su consagración como triplista.
En la memoria tenía la marca de 6,88 metros que consiguió el 13 de junio de 2021 en España y superaba por dos centímetros la marca mínima que exige la World Athletics para otorgar el pase olímpico. Las cuentas resultaron perfectas, porque en París habrá cinco días de descanso entre las pruebas de salto triple y el salto largo.
Solo faltaba un salto de fe y ella lo dio. El desenlace realmente no fue el esperado, pero renovó su espíritu competitivo.
Su mejor registro ayer fue 6,61 en su tercer salto y la ubicó en la décima posición, privándola de los últimos tres intentos. Por primera vez en mucho tiempo compitió y no fue la primera, pero eso -lejos de desanimarla- la alimentó su deseo de salir de la zona de confort.
Yulimar ya clasificó a París 2024 en la prueba de salto triple, el cinco de julio al ganar su primer oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe con un salto de 15,16 metros, que significó además un nuevo récord en la justa.
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